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sábado, 10 de noviembre de 2012

Capítulo Primero (2): Preparando el viaje


Desde que nos levantamos ese día todo fue un ir y venir, preparando las maletas y los cachivaches necesarios para el viaje a Madrid. Iba a ser desde luego un viaje divertido todo estaba casi listo. Mi padre esperaba a Desmond un viejo amigo que algunas veces le ayudaba con sus trabajos de carpintería. Desmond era un hombre extraño, serio e imperturbable, muy educado y atento con nosotros. Era originario del condado de Essex en Nueva Jersey. Su rostro era lo más parecido a lo que debe de ser un ángel, su mirada era profunda, hipnotizante, reconozco que aunque existía gran diferencia de edad Desmond fue mi primer pequeño amor. Me encantaba observarle, su aparente fragilidad no se correspondía con la fuerza que sus palabras y su apostura en el trato directo. Su apellido era Irving, y mi padre bromeaba con él diciendo que era descendiente de Washington Irving el escritor Neoyorquino que escribió los cuentos de la Alhambra. En uno de sus relatos Irving relata que existe un tesoro escondido en Antequera, concretamente se refiere a una leyenda que dice textualmente: “en cabeza de toro hallarás tesoro” (jamás nadie a encontrado dicha cabeza de toro y menos un tesoro) y que Desmond había venido a buscarlo por estas tierras, mi padre que a veces era un bufón; escondía su cabeza tirando de su camisa para parecer decapitado, y hacía un sonido como si fuera un fantasma (Washington Irving está enterrado en el cementerio de Sleepy Hollow, la aldea a la que se refirió en su libro del jinete decapitado. Johnny Depp protagonizó una película muchos años después) y se reía a carcajadas a costa de la aparente timidez de Desmond aunque este permaneciera inmutable.
       Como dije antes este amigo de mi padre era extrañamente educado para su condición de “ayudante de carpintero”, siempre acompañaba a mi padre en todos los trabajos que realizaba fuera de casa y algunas veces ayudaba en la granjilla. Cuando les encargaban un trabajo, cargaban la furgoneta, una Dodge Sportsman Royal Van, que mi padre decía que había pertenecido a Kurt Cobain, con todos los aperos de la obra que iban a realizar y salían durante unos días. Al regresar a casa mi padre siempre llegaba solo porque dejaba a Desmond en el pueblo. Recuerdo la alegría con que le recibía porque siempre me traía alguna chuche o juguetito de donde había estado.
       Aquel día mientras esperábamos a Desmond mi padre y mi madre estuvieron mucho tiempo hablando, alejados de nosotros, mi madre que era mucho menos discreta que mi padre, hacía aspavientos con las manos mientras mi padre trataba de convencerla de algo que ni mis hermanos ni yo comprendíamos bien. Mientras seguían en su discusión vimos como Desmond  se acercaba por el camino que iba hacía la casa. Se bajó de la moto y nos saludó con la mano y una sonrisa. Al acercarse a mis padres mi madre dio un paso hacia adelante acercándose a él, parecía un poco enfadada y empezaron o siguieron los tres con la conversación que mis padres tenían antes de que llegará. Nosotros nos mirábamos inquietos, no por lo qué estuvieran diciendo que en realidad no nos importaba, si no porque estábamos deseando irnos.
       Por fin, después de una media hora, mi padre le entrego las llaves a Desmond y partimos para Madrid.

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